Barco a la deriva

Una copa de champagne entre mis manos, aquella era una noche interminable, estrellas fugases, un mar quieto y temible, liberando su esencia. Yo llevaba un vestido rojo de satín, unos tacos del mismo color y mi cabello suelto llevando el peinado que el viento le otorgaba, estaba hermosa y no quiero ser arrogante pero era una diosa que aquella noche ostentaba belleza. Estaba allí dejandome llevar por un barco a la deriva, sin saber a donde iba, pero sabiendo claramente lo que había dejado. Había olvidado lo que era escribir, había olvidado que aquello era tan importante para mí, simplemente al no escribir sentía que me había olvidado de mí y por esa decisión tuve que alejarme de lo que amaba, de repente me di cuenta que no era buena para amar, que simplemente no sabía amar, que lo mío siempre ha sido más carnal; que me encanta hacer el amor, pero no quedarme con ese amor; que puedo dar vida, pero que no me puedo comprometer. Que mi amor propio era más grande, que era egoísta y tal vez una egocéntrica como muchos lo solían decir. Estaba allí, pensando en ellos, en que en ese momento se abrazaban y lloraban esperando que regrese, en que no entendían como alguien tan amorosa y apacible podría dejarlos, en que simplemente no sabrían como avanzar sin mí. Pará mí también era difícil porque eran dos personas que me regalaron vida, con quienes me sentía comprometida, pero también obligada a quedarme y yo simplemente no podía estar más allí, porque ellos si eran perfectos para mí y yo estaba muy lejos de ser la mujer perfecta para ellos, que una familia no todos lo buscamos y que a veces es mejor simplemente quedarte sola contigo misma...

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